El dolor articular, especialmente en áreas como el hombro y la rodilla, es una queja común en consultas médicas y especialmente de traumatología de todo el mundo. Abarcando desde molestias leves hasta dolores incapacitantes, estas afecciones pueden afectar significativamente la calidad de vida de las personas. Pero, ¿cuáles son las causas subyacentes de este dolor persistente y qué se puede hacer al respecto?
Las Múltiples Caras del Dolor Articular:
Una de las causas más comunes de dolor en articulaciones como el hombro y la rodilla es la artritis o inflamación de las articulaciones, que puede presentarse en varias formas, siendo la artrosis u osteoartritis la más frecuente , especialmente en adultos mayores.
Esta condición se caracteriza fundamentalmente por el desgaste del cartílago, que es el tejido que “amortigua” los huesos dentro de la articulación y permite que se delicen suavemente entre sí . y que cuando se daña produce dolor y rigidez.
Hay que tener en cuenta que la inflamación y el desgaste articular van de la mano: la inflamación prolongada produce desgaste articular, que a su vez desencadena más inflamación, produciendo una espiral de destrucción de los tejidos que hay que revertir o detener en la medida de lo posible para evitar o retrasar el daño articular.
Mientras que en la rodilla lo más frecuente es el daño del cartílago articular, en el hombro lo más frecuente es el desgaste de tendones.
La artrosis, pues, es el deterioro articular, y constituye la enfermedad del sistema músculo-esquelético con mayor incidencia, afectando frecuentemente a la rodilla.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que la mitad de la población mundial estará afectado por la artrosis en algún momento de sus vidas y casi la mitad de personas de más de 70 años padece artrosis de rodilla; aproximadamente el 10% de los varones y el 18% de las mujeres mayores de 45 años padecen artrosis.
En su etiología se combinan factores hereditarios y mecánicos, produciéndose un desajuste de citoquinas y enzimas que conduce al deterioro del tejido articular, sobre todo del cartílago, sinovial y hueso subcondral, pero también de los ligamentos, fibrocartílagos y tendones.
Su incidencia está directamente relacionada con la edad y debido al envejecimiento de la población en el mundo occidental está en aumento constante y supone un impacto negativo en la calidad de vida de los pacientes debido al dolor, reducción de la movilidad, reducción de la capacidad funcional y laboral y las implicaciones psicológicas que esto produce a las personas (la OMS estima que el 80% de pacientes con artrosis presenta limitaciones en la movilidad y el 25% no puede realizar actividades normales en la vida diaria).
Otra causa de daño articular importante es la lesión durante un accidente deportivo o laboral: esto puede incluir desde desgarros de ligamentos hasta tendinitis, condiciones comúnmente asociadas con actividades deportivas. Estas lesiones pueden causar daños a largo plazo en las articulaciones, resultando en dolor persistente. De hecho, muchas de estas lesiones si no se tratan adecuadamente pueden conducir a la artrosis, de ahí la importancia de tratar estas lesiones antes de que se hagan crónicas.
El uso excesivo es otra causa relevante. Movimientos repetitivos en el trabajo o en actividades deportivas pueden llevar a una inflamación crónica de las articulaciones o de los tejidos circundantes, lo que a menudo resulta en dolor crónico.
En otros casos se trata de enfermedades de tipo reumatológico: las enfermedades autoinmunes, como la artritis reumatoide, también juegan un papel importante. Estas condiciones ocurren cuando el sistema inmunológico del cuerpo ataca por error los tejidos sanos, incluyendo las articulaciones, causando inflamación y dolor.
Además, el estilo de vida tiene un impacto considerable en la salud de nuestras articulaciones. Factores como el sobrepeso y la obesidad aumentan la carga en articulaciones clave como las rodillas, mientras que la falta de ejercicio puede debilitar los músculos que estabilizan tanto las rodillas como los hombros, aumentando el riesgo de lesiones y dolor. Curiosamente, incluso la postura inadecuada durante las actividades diarias puede contribuir a problemas articulares a largo plazo.
**Diagnóstico y Tratamiento**
Ante el dolor articular, es crucial un diagnóstico preciso. Los profesionales de la salud utilizamos exámenes físicos y pruebas de imagen como rayos X, ultrasonidos y resonancias magnéticas, para determinar la causa exacta del dolor.
Es sumamente importante establecer un diagnóstico preciso e iniciar un tratamiento adecuado lo antes posible, para conseguir el retorno a la normalidad que permita la actividad lo antes posible y para prevenir el deterioro progresivo.
En España, 7 millones de personas padecen artrosis, y su incidencia ha aumentado en un 70% en las últimas dos décadas, suponiendo un coste medio anual para nuestro Sistema Sanitario de cerca de 5000 millones de euros.
Lamentablemente, se estima que el 65% de los pacientes no están satisfechos con su tratamiento actual.
Hasta hace poco, los tratamientos para la artrosis se limitaban a paliar sus síntomas, no a frenar su progresión o revertir el daño articular, y el tratamiento quirúrgico de reemplazo articular en etapas avanzadas de la enfermedad era la única solución.
Los avances en tecnología biomédica en este siglo están permitiendo utilizar terapias regenerativas utilizando ingeniería tisular y biología molecular con el fin de re-establecer la estructura y funcionalidad de los tejidos dañados, tratando de utilizar el potencial reparativo del propio cuerpo. Entre las terapias degenerativas destacan por su potencial de desarollo los factores de crecimiento derivados de los concentrados de plaquetas, las citoquinas o señales celulares que se obtienen de la sangre o las células mesenquimales obtenidas de distintos tejidos, por sus propiedades biológicas de curación.