“Si no cambias de dirección, puedes terminar donde estás yendo”. Lao Tzu
Hay estudios que muestran que, en general, tendemos a aceptar la opción “por defecto” (la que nos fue preseleccionada) y que hacer que una opción sea la predeterminada aumenta la probabilidad de que esa opción sea elegida.
Los seres humanos estamos programados genéticamente para evitar las pérdidas.
Sentimos una fuerte aversión a cualquier tipo de pérdida. Esta aversión es tan fuerte que puede anular nuestro pensamiento lógico y hacer que nos apeguemos a lo que parece ser el camino más seguro, aunque sepamos de que sea malo. (“Más vale malo conocido que bueno por conocer”).
Además, somos perezosos por naturaleza y es mucho más fácil optar por lo que tenemos frente a nosotros que investigar y evaluar otras opciones posibles.
Optar por el camino más seguro puede parecer al principio una buena idea, pero a menudo puede llevarnos a tomar decisiones poco óptimas.
Podríamos permanecer en nuestro trabajo actual, aunque no estemos contentos, porque la idea de empezar de nuevo nos resulte demasiado abrumadora.
O puedes conformarte con las molestias que tienes en las articulaciones antes de arriesgarte a tomar la decisión de que tu traumatólogo te infiltre.
En cada uno de estos casos, dejamos que el efecto predeterminado guíe nuestras decisiones y, como resultado, no alcanzamos nuestro máximo potencial.
Luego, años después, miramos atrás y nos arrepentimos de no haber tomado las decisiones correctas por miedo o por pereza.
No deberíamos culparnos por caer presas del efecto por defecto. Es una fuerza evolutiva poderosa a la que es difícil resistirse. Nuestro instinto de supervivencia nos dice que evitemos situaciones de riesgo y pérdidas potenciales…
Pero podemos aprender a reconocer cuándo el “efecto por defecto” está influyendo en nuestras decisiones y tomar medidas para superarlo.
Si bien hay algunas situaciones en las que el efecto predeterminado puede ser beneficioso (por ejemplo, tener solo comida saludable en la despensa y el frigo), dejar que guíe todas tus decisiones diarias puede llevarte a vivir una vida que no has elegido.
En lugar de vivir una vida predeterminada, puedes inyectar un poco más de intencionalidad en la forma en que tomas decisiones aplicando algunos trucos simples:
-Deja de quejarte, no vale para nada.
-Céntrate en cada momento y toma la decisión de forma plenamente consciente. No vayas siempre en “piloto automático”
-Sé consciente sobre tus propios pensamientos, mira al futuro en qué dirección quieres que tenga tu vida, piensa en cómo quieres ser y sentirte en unos meses o años.
-Deja de procrastinar: haz lo que tengas que hacer en su momento.
Si hace ya tiempo que tienes dolores, o rigidez, toma la decisión de tratarlos y visualízate cómo será tu vida si te libras de ellos, te ayudará a motivarte.