«No busques lo blando,
no vaya a ser que encuentres lo duro». -Epicarmo.
En 25 años como médico he visto a personas morirse de muchas enfermedades diferentes.
Pero NUNCA he visto a NADIE morirse de INCOMODIDAD.
Quejarse sí, claro.
Quejarse, mucho.
Nadie se muere porque le dé un poco de aire, porque le llueva encima un poco, ni de levantarse a las 6 de la mañana para entrenar.
Ni de comer brócoli en lugar de bollitos.
De hecho, las pequeñas incomodidades obligan al cuerpo y a la mente a adaptarse (eso se llama «hormesis»).
Los entrenos hacen que tu cuerpo se tenga que recuperar, haciéndose más fuerte, y el frío hace que tu cuerpo tenga que adaptarse y quemar grasa.
La restricción calórica, el ayuno y el ejercicio de fuerza y de intervalos de alta intensidad activan unas proteínas que e llaman SIRTUÍNAS que funcionan como interruptores que activan la reparación tisular y la función mitocondrial, favoreciendo tu longevidad y protegiéndote de enfermedades degenerativas.
Será por ello que muchas religiones incorporan diferentes formas de ayuno en sus rituales; ya se sabían los beneficios del ayuno desde hace tiempo, aunque no se sabía lo de las sirtuínas, claro.
Hay también sustancias que estimulan las sirtuínas como suplementos con NAD, Quercetina o Resveratrol (que puedes encontrarlo en moras, uvas y vino tinto).
Sí, en el vino tinto (ero sólo un poquito).