“Mañana de otoño
Me miro en el espejo
Y veo a mi padre.”
Kijo Murakami (haiku)
“Una generación va y otra generación viene, mas la Tierra permanece para Siempre. El sol sale y el sol se pone”
Ernest Hemingway
Cuando escribo sobre las últimas tendencias en Traumatología Regenerativa me invade el entusiasmo sobre el avance de la ciencia.
Dice la Ley de Moore, que se aplica al avance tecnológico en ordenadores, que la capacidad computacional se duplica cada 2 años.
Esto puede aplicarse de forma similar a la Medicina Regenerativa, que avanza cada vez más rápido, y en 5 años avanzará de forma que visto a los ojos de hoy nos parecería Ciencia Ficción.
Si una persona del siglo XIX fuera trasladada al presente notaría un cambio cultural mayor que otra persona de la Edad Media que viera los avances en el año 1800.
La Medicina ha avanzado más en 100 años que en los 1000 anteriores.
¿En la actualidad las cosas son realmente distintas al pasado?
La Ciencia avanza rápido
Muy rápido…
Siempre bromeo con mis paciente diciendo que las prótesis que les pongo ahora se las cambiará un robot coreano dentro de 20 años.
La esencia humana fluye, pero no se altera.
Llevamos siglos pensando que hemos alcanzado la cumbre del conocimiento, pero en esencia somos como los que nos precedieron.
Nos creemos mucho más listos que los hombres que nos precedieron, pero no, no somos más inteligentes.
Cualquier persona de hace diez mil años sabría hacer fuego, hacer ropa con la que protegerse, sabía cazar un conejo, recolectar frutos y sabía escapar de los lobos hambrientos.
Nosotros sabemos conducir un coche o utilizar un teléfono móvil, pero realmente no sabemos cómo funcionan: solo somos sabios como colectivo, porque el ser humano tiene la increíble capacidad de poder comunicar sus conocimientos a los demás, y establecer vínculos con otras personas que ni siquiera conoce, a través de ideas comunes (religiones, ideas políticas, banderas …)
Es lo que nos hace grandes cono especie, nos ha permitido dominar el mundo (y destruirlo, como nos descuidemos).
Individualmente somos insignificantes, y cada uno de nosotros es experto solo en algo muy delimitado, aunque creemos que sabemos mucho porque sabemos buscarlo en Google.
Pedro no, no lo sabemos realmente.
Es lo que algunos filósofos denominan “la ilusión del conocimiento”.
Solo somos un escalón más que precede a otro que vendrá. Nuestra percepción es limitada a una imagen instantánea de un Universo en constante cambio; nos alzamos “sobre los hombros de gigantes” que nos precedieron, y otros lo harán sobre los nuestros.